Frutas de hueso

Las frutas de hueso más conocidas son el albaricoque, la cereza, la ciruela, el melocotón y la nectarina. El melocotón y la nectarina representan la mayor producción, seguidos de las ciruelas. Los melocotones son originarios de China, donde los manuscritos que se remontan al año 1100 a.C. mencionan la producción de esta fruta. Las frutas de hueso requieren un invierno frío para producir frutos. Los melocotones y las nectarinas son los menos exigentes en cuanto al frío y pueden cultivarse también en los subtrópicos.

Uno de los elementos clave para la fertilización de las frutas de hueso es tener en cuenta las diferencias que existen entre los distintos tipos de frutales de hueso que se cultivan. Los objetivos serán diferentes para cada especie, aunque en todos los casos los productores buscarán, casi con toda seguridad, un buen rendimiento de frutos que tengan buen tamaño y color, altos niveles de azúcar y que sean lo suficientemente firmes para resistir el almacenamiento y el transporte. En algunos casos, una maduración más temprana puede aumentar el valor de mercado, por lo que puede convertirse en el principal objetivo de la producción.

Las dosis de fertilizantes y los plazos de aplicación deberán ajustarse a las necesidades de cada especie. Las necesidades de nitrógeno, fósforo, potasio, azufre, calcio y magnesio son exclusivas de cada variedad y estos nutrientes deben aplicarse en función de los resultados del análisis del suelo, la extracción de nutrientes y las prácticas de producción. Esto también es necesario para adaptar los aportes de fertilizantes a los nutrientes que ya están presentes en el suelo. El análisis periódico de los tejidos es importante para determinar el contenido de varios nutrientes en los tejidos y ayudar a definir el programa óptimo de fertilización.

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